Olvídate de cambiar a los demás


Nadie cambia a otra persona. Es así. Los únicos seres humanos a los que podemos cambiar somos nosotros mismos, siempre que decidamos hacerlo y trabajemos en ese sentido. Seguramente conoces el caso de algún enamorado que dice: “Estamos comenzando y hay cosas que no me gustan, pero ya verás cómo en unos meses yo cambio eso”. ¿El resultado? Una frustración, una pelea o una ruptura.
La experiencia lo demuestra: nadie puede forzar la transformación del otro, pero sí puede contribuir para que la persona inicie el proceso de cambio y lo complete exitosamente.
Un par de meses atrás ofrecía mi conferencia “10 prácticas felices” a un grupo de médicos. Allí les hablé, entre otras cosas, de la importancia de buscar la mayor coherencia posible entre nuestros pensamientos, palabras y acciones para armonizar el entorno con nuestro mundo interno. Al finalizar, un cardiólogo se acercó para felicitarme y compartir el mantra con el que cerraba las consultas con sus pacientes. “Yo puedo contribuir a tu salvación —les decía siempre al repasar el diagnóstico y su tratamiento— pero la condena es tu decisión”.
Sabias palabras. Un médico puede ser el mejor guía para recuperar la salud, pero si el paciente no pone de su parte, no sigue el tratamiento y no cambia sus hábitos de vida, su decisión de vida puede significar una condena a muerte.
Aquí debo hacer una acotación: el simpático doctor, un hombre muy preparado en su área, era obeso. ¡Adiós coherencia! Porque sus palabras eran sabias, pero la imagen que ofrecía a sus pacientes era la antítesis de sus consejos. Él estaba consciente de ello, ya en algún momento hizo referencia a sus kilos de más, lo que no puedo asegurar es que estuviese haciendo lo necesario para cambiar esa situación (y seguro que nutricionistas no escaseaban en su lista de contactos profesionales), así que por alguna razón, él mismo no había cambiado sus hábitos, condenando su salud.
¿Quieres que alguien cambie? En lugar de empujar con todas tus fuerzas para que suceda, enfoca tus energías en ofrecerle a esa persona el apoyo, la información y la motivación para que tome la decisión de hacerlo. Es un cambio de perspectiva en tu intención, pero sobre todo, es una manera de respetar el poder de decisión que todos tenemos en esta vida.
Hay gente que un día toma conciencia de su situación para iniciar transformaciones poderosas, pero también hay gente que no está dispuesta, no quiere o no le da la gana cambiar. Y mientras mayor presión le metas, más explosiva será la reacción.
¿Entonces, hay que dejar que los seres queridos se vayan por un precipicio de amargura, adicción, rabia o frustración? No, porque no se trata de resignación pasiva, sino de encauzar la energía del momento con aceptación consciente y activa.
Por lo general, nadie quiere vivir en el sufrimiento o la enfermedad, y si podemos mostrar un camino alternativo, más feliz y beneficioso, estaremos ofreciendo una oportunidad para salir de esa situación. Contribuir desde el amor, reflejando con nuestros pensamientos, palabras y acciones esa alternativa posible es la manera más efectiva para que alguien despierte. Así “se dará cuenta” de las decisiones de vida que está tomando a cada momento y podrá elegir mejor en sucesivas oportunidades.
Y claro, la primera persona con la que podemos comenzar el ejercicio, la persona sobre la que tenemos el mayor poder y a la que más debemos cuidar, somos nosotros mismos.
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Autor aLe

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