“A vos te gusta que hayan buenos, que hayan malos.
Yo creo que todos somos héroes y villanos”. Fito Páez
Siempre he estado en medio de dos aguas. Soy una “Ni-Ni”, como diría cualquier venezolano. Tengo una visión panorámica de las personas, de las situaciones y los problemas. Soy tan subjetiva como tú, como todos, pero voy tras el equilibrio aunque me estrelle en su búsqueda.
Vivir a medias tintas en un mundo decisiones bipolares es un reto. No tomar partido es considerado como un pecado. El mundo me exige constantemente estar de un lado o de otro, a favor o en contra, aquí o allá y yo sigo en el centro, evaluando con detalle cada variable que se cruza en mi camino. Lo vivo en la política, en la religión, en cada toma de decisión importante. Eso no me hace mejor o peor, pero sí más susceptible a que mis pensamientos bailen entre infinitas posibilidades, incluso -según otros- a pecar por ingenuidad.
Soy de las que aún creen que no se pueden dividir a las personas entre buenas y malas. Todos tenemos un poquito de cada uno. Cada quien, de acuerdo a su cultura, ideología, profesión o religión tiene una percepción diferente de lo que está bien o mal. Sin embargo, el mundo me ha hecho entender que cuando reina el egoísmo y el daño hacia otros se hace deliberadamente, hay pocas excusas que valgan.
Todos somos héroes y villanos a la vez, coincido con Fito. Todos tenemos cosas valiosas por aportar, pero nadie se salva de los defectos. Depende de nosotros abrazar nuestra sombra, aceptarla e intentar que nuestro paso por el mundo nos deje satisfechos. Depende de nosotros, aun con los defectos a cuestas, sembrar más alegrías que tristezas en la memoria de quienes nos rodean.
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